TERCERA REGLA DE LA
LIBERTAD PARA EL ÉXITO:
“ESTAR SEGURO DE
NOSOTROS MISMOS”
Por Fiorenzo CAMPEOTTO L.
En
meses anteriores escribí y publique las dos primeras reglas de la Libertad para
el Éxito: Aceptarnos a nosotros mismos y poner Acción. Éstas no se pueden
ejecutar a plenitud si no estamos conscientes de la tercera regla: “Estar
seguro de nosotros mismos”. ¿Qué nos quiere decir el estar seguro? No es más
que “creer en…”, es “tener confianza en…”, es tener fe en alguien y no en algo.
Por ejemplo: Cuando creemos en Dios, es tener confianza en la existencia de
Dios como Persona, aunque no lo hemos visto; al creer en el amor, estamos
manifestando en creer mi capacidad de amar para ser correspondido por otra u
otras personas, dependiendo el tipo de amor a que nos estamos refiriendo.
Bajo
este orden de ideas, el filósofo español Ortega Y Gasset nos dice que no es lo
mismo “pensar en…” que “contar con…”, es decir, no es igual pensar en algo o
alguien que contar con algo o alguien. Por consiguiente, dentro de la Filosofía
del Éxito, pensar en el Éxito es ilusorio mas no motivador; en cambio, “contar
con…” es producto de la creencia, de “creer en…”, es deseo, esperanzas,
motivador y Accionario. El pensar no
significa soñar, para alcanzar el Éxito debemos empezar por convertirnos en
soñadores.
Los sueños forman parte de la creencia porque se
transforman en motivos; motivos que se convierten en deseos; deseos que son
apetitos y éstos no es más que el “Querer”. Todos los elementos anteriores no se llevan a cabo
si no creemos, pero ¿en quién o en qué?
Principalmente, debemos empezar por creer en la
Vida, estamos vivos porque existimos y, por ende, venimos a cumplir una misión:
Disfrutar de las maravillas como personas y no como objetos. Por tal motivo, la
dignificación de la persona es la principal razón de la Vida; es decir, que
existimos para gozar, disfrutar, crecer en fin todas las razones positivas.
¿Qué decir de los momentos difíciles y dolorosos? Muchos de ellos son productos
de las manos del hombre como el estrés, los malos hábitos de vida, etc. La
muerte es una condición de la misma naturaleza o ciclo de Vida, pero tenemos
algo que nos diferencia y que nunca muere: el espíritu, éste pasa a otra
condición o estadio, vamos a llamarlo, por decirlo así, a otro modo de Vida.
Una vez que empezamos por creer en la Vida, entonces
podemos pasar a otro punto en Creer en nosotros mismos, este no se lleva a cabo
si primero no conocemos nuestras debilidades y fortalezas. Es ejecutar con toda
fe y confianza en nuestras facultades y conocimientos y, solo así, podemos
lograr alcanzar nuestras metas en la Vida.
Cuando la persona no tiene confianza en sí misma
inspira inseguridad en su actitud, refleja una autoestima baja, no valora la
vida y, por ende, a sí mismo; es contradictorio en sus decisiones, no tiene
metas ni proyecta lo que quiere de la Vida, tiende a ser rechazado por el
grupo, no comunica liderazgo alguno.
En cambio, el creer en nosotros mismo nos mueve la
vida, nos hace vibrar nuestra existencia, disfrutamos lo que hacemos, gozamos
los momentos de éxito, ayudamos a crecer a Otros, somos solidarios; nos
transformamos en personas de principios y valores; nos convertimos en
“Conquistadores de Sueños”, porque no es solo el hecho de “creer en…” sino el
“estar en…” como dice el filósofo Heidegger “Ser en el Mundo”, porque conocemos
y sabemos con que estamos contando sin importar algunas circunstancias y
condiciones de la Vida. Solo es creer en nosotros mismos, nuestras capacidades
para superar cualquier obstáculo y quedarnos estancados en un Valle de
Lágrimas.
Nadie resuelve los problemas de otros porque cada
uno tiene sus propios problemas, pero sí contamos con la ayuda de otros para
superarnos y crecer como personas, sobre todos con gente que, de una forma u
otra, han alcanzado el Éxito en uno de los niveles de la vida: familiar,
social, profesional, económico o espiritual.
El filósofo Gabriel Marcel manifestaba que no es lo
mismo decir “creer que…” y “creer en…” porque el primero nos conlleva a
presumir en algo, el segundo, nos lleva a tener crédito en alguien. Por
ejemplo, “creo que yo puedo…” estamos presumiendo que puedo lograr o realizar
algo como no, ya estamos manifestando incertidumbre en el futuro, no estamos
seguro de lograr; en cambio, cuando decimos “Creo en Dios” estamos depositando
nuestra fe, nuestra confianza en la persona de Dios, aunque nunca lo hemos
visto, pero tenemos fe en su existencia y omnipotencia.
En resumen, cuando decimos “creo en mí mismo”
estamos depositando toda nuestra confianza en nuestra propia persona, en
nuestras virtudes y capacidades; vamos adquiriendo un compromiso conmigo mismo
que podemos y debemos lograr el objetivo, la meta propuesta.